¿Os sorprendéis?

Esto ya parece ser algo normal, cotidiano, algo a lo que "estamos acostumbrados". No quisiera perder la oportunidad de hablar y denunciar lo que desde hace especialmente un par de años el Madrid viene sufriendo, y más concretamente Cristiano.

El otro día frente a la Real Suciedad las cámaras recogían una supuesta frase en portugués que Ronaldo regaló a la pocilga de Anoeta. Algo así como "os vais a joder, carallo". La pregunta es, ¿por qué dijo eso? A las mentes menos privilegiadas les vendrá la excusa de que Cristiano es un chulo, etc. Echad la vista a la grada, o mejor dicho el oído.

Soportar 90 minutos tras 90 minutos los ladridos, insultos y vomitadas de una banda de capullos hace no menos que tocar los huevos. Para mí, Ronaldo se contiene demasiado. Es más, me encantaría verle perder los papeles alguna vez y pisarle la cara al gilipollas de turno que le lanza mierdas al acercarse a un córner... pero se convertiría así en el blanco de todas las denuncias, así que tiene que joderse y aguantar las subnormalidades de estos desequilibrados que en su vida optarán a nada.

Otro, por ejemplo, es el no menos sorprendente caso que el de Casillas. Éste sí que es la hostia, aquí mi entendimiento se cortocircuita al ver como aficionados rivales le increpan cuando este tío les ha dado una Eurocopa y más aún un puto Mundial de fútbol. Este tío, al contrario que el Siempre Bueno, Divino y Purísimo Iniesta no saldría aplaudido de un 2% de estadios españoles. Tampoco lo esperamos.

Yo me pregunto: ¿quién coño debe tomar parte en estas situaciones? en especial la de Ronaldo porque no hay partido que no se oiga aquello de "ese portugués...", ¿la Liga? ¿la UEFA? (bueno en este caso me parto el culo simplemente). El caso es que aquí todos se tocan los cojones cuando estas mariconas montan la coreografía de turno en cada encuentro, pero después no falta ni uno a la hora de denunciar la contestación pertinente.

El consuelo que me queda es que al menos uno sigue luchando por cosas importantes mientras otros se rebozan en el charco de la mediocridad y el descenso. No esperamos ser bien recibidos, ni siquiera respetados en ningún campo. También os digo, no lo seréis vosotros aquí.